lunes, 5 de abril de 2010

ARMANDO HERRERA


A lo largo de su vida profesional este retratista tuvo tres estudios fotográficos. El primero estuvo de 1934 a 1951 en un local de la calle de Victoria, casi esquina con el actual eje central Lázaro Cárdenas. Entrevistado por Cristina Pacheco [1], el retratista Armando Herrera le comentó:

Gracias a que a mi estudio comenzaron a llegar los actores y las estrellas de la época empecé a adquirir cierto nombre, al que no fueron indiferentes los editores de una famisísima revista de los cuarenta: el Vea. Publicación para caballeros, tenía interiores más o menos atrevidos. Jamás colaboré con ellos [sic]. Mi trabajo se concretó durante mucho tiempo a la realización de las portadas. Todas tenía el mismo tema: mujeres en traje de baño, que entonces era una audacia y que hoy -según la moda del bikini y la tanga- son auténtios hábitos de monjas.
Ser portadista del Vea me gustaba porque me permitía la realización de lo que se llama "foto artística". Su propósito es destacar la belleza del cuerpo femenino, pero sin lastimarlo con lo que es vulgar o puede convertirse en pornográfico.
[...]
Mi trabajo como portadista del Vea me daba buenas ganancias pero me cerraba otro muy importante: el familiar. Los padre y las madres, por ejemplo, no llevaban a sus niños a mi estudio porque me acosciaban con ambiente poco "decorosos"...Después de reflexionar un poco decidí separarme del Vea y concretarme a fotografiar artistas...

El testimonio de Armando Herrera es importante pero sumamente inexacto. Vea, el "semanario moderno", no fue una publicación de los cuarentas. Comenzó a circular a fines de 1934 y concluyó, su primer época, en 1939. Herrera colaboró esporádicamente en 1936, cuando los fotógrafos Calleja y Ballesteros, César, Yáñez, Sánchez Mendoza, Rodríguez Ávalos, Martín Ortiz e involuntariamente Breheme ya le habían dado el sello particular a esta revista: publicar cuerpos femeninos en poses "artísticas". Herrera se caracterizó por retratar a entonces y hoy desconocidas vedettes en traje de baño con pedrería o con velos que ocultaban su desnudez.


De ese estudio proceden los retratos de Mario Moreno Cantinflas y de Agustín Lara cuando ya eran estrellas del teatro y del radio. También captó a una jovencita Yolanda Montes Tongolele [2] hacia 1948, al cimbrar eróticamente a los noctámbulos capitalinos con sus sinuosas caderas y sus lúbricos movimientos. Al cambiarse a un primer piso de la prestigiosa avenida Insurgentes, en un edificio de Cantinflas que se colapsó con el temblor de 1957, se autoproclamó "El fotógrafo de los artistas".

(Agradezco a mi hermano Guillermo el apoyo para armar el presente texto. Gracias a su grupo Colibrí conoció a Norma Herrera, quien le presentó a don Armando, su papá).

N O T A S
1.- Luz de México, FCE, 1996. (Primera edición del Gobierno de Guanajuato, 1988)
2.- Fotos de:

que tiene contraportada y portada inspirada en el semanario Vea.

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